Pio’s chicken. Aun magullado, ya disfruta del éxito. De la mano del creativo empresario Jorge Rodríguez, la pollería ya abrió su segundo local en San Juan de Lurigancho y va por el tercero en Huaycán. En mayo, Pio’s Chicken estará abriendo su primera franquicia en México.
La fama le llegó, literalmente, a puro golpe. Nos guste o no la secuencia, son pocos los que no conocen al pollito que es ‘apanado’ todas las semanas en uno de los sketch más populares de El Especial del Humor.
Y si bien en el programa aparece como un crío indefenso y abandonado a su suerte, la familia de Pio’s Chicken está creciendo.
A su clásico local en Ate (cerca del estadio Monumental) ya sumó una sucursal en San Juan de Lurigancho –inaugurada el año pasado– y en mayo próximo abrirá otra en Huaycán.
Y por si fuera poco, también para esa fecha está prevista la inauguración de dos franquicias de Pio’s Chicken en la capital de México. Sin duda, el carismático polluelo ya alcanzó celebridad internacional.
Pero vayamos al inicio de la historia, cuando Pio’s Chicken salió del cascarón.
La pollería fue fundada a fines de 1999 por Jorge Rodríguez, un chiclayano de 46 años que luego de estudiar administración dejó su tierra para buscar nuevas oportunidades en la capital.
Incubando al futuro ‘chicken’
Jorge siempre estuvo vinculado al rubro gastronómico, pues también disfrutaba al cocinar. Empezó como lavaplatos en la cadena de pollos a la brasa Hilton, a mediados de los ochentas. Y luego de algunos años fue contratado como cocinero en varias de las principales pollerías de la ciudad.
Debido a su trato amable y su carácter extrovertido, con el paso del tiempo forjó amistad con ilustres clientes como Pocho Rospigliosi y Teófilo Cubillas, ahora su compadre, quien le recomendaba que ahorre pues tenía pasta para impulsar un negocio propio.
Siguió el consejo y, con una inversión inicial de S/. 20 mil, Pio’s Chicken vio la luz en el km 4 de la Carretera Central, a la entrada de Puruchuco.
Pero el inicio fue duro pues estuvo ubicado cerca a grandes cadenas de pollerías. El público iba a lo seguro y este pequeño ‘chicken’ era ignorado.
El pollito bailarín
Sin embargo, las creativas ideas marketeras de Jorge empezaron a surgir, y por ello compró un muñeco de dunlopillo. “Buscaba algo que llame la atención del público y me basé en la imagen de Piolín. Frente al local y con parlantes, lo pusimos a bailar rap y otros ritmos de moda. Funcionó”, recuerda.
Pero la estrategia de marketing no quedó allí. Para ese entonces ya conocía al productor musical Nílver Huarac, con quien concretó un sistema de canjes.
El naciente polluelo se luciría en los principales conciertos organizados por el rey Midas de la cumbia y a cambio la pollería cubriría la alimentación de las agrupaciones y de todo el equipo de producción.
La popularidad de Pio’s Chicken tuvo su ‘click’ cuando –también vía un sistema de canjes– ingresó a El Especial del Humor.
“Al principio el muñeco solo iba a estar parado como una publicidad estática, pero luego Carlos (Álvarez) decidió que participe. Si bien a veces duele un poco que lo apanen tanto, la gente lo quiere mucho y los clientes y hasta los turistas que pasan por acá se paran para tomarse fotos con él”, refiere.
No todo es puro golpe
Una vez llegada la fama, Jorge fue consciente de que esta debía ser correspondida con un producto de calidad. Y por ello refiere que la clave está en el aderezo del pollo.
“No lo hacemos tan insípido como en otras cadenas. Le damos un toque de condimento similar al usado en las polladas, y eso le gusta al público”. Y nosotros pudimos comprobarlo. Este Pio’s se disfruta hasta el último huesito.
En la foto: José Carlos Reyes
Fuente: La Republica.
La fama le llegó, literalmente, a puro golpe. Nos guste o no la secuencia, son pocos los que no conocen al pollito que es ‘apanado’ todas las semanas en uno de los sketch más populares de El Especial del Humor.
Y si bien en el programa aparece como un crío indefenso y abandonado a su suerte, la familia de Pio’s Chicken está creciendo.A su clásico local en Ate (cerca del estadio Monumental) ya sumó una sucursal en San Juan de Lurigancho –inaugurada el año pasado– y en mayo próximo abrirá otra en Huaycán.
Y por si fuera poco, también para esa fecha está prevista la inauguración de dos franquicias de Pio’s Chicken en la capital de México. Sin duda, el carismático polluelo ya alcanzó celebridad internacional.
Pero vayamos al inicio de la historia, cuando Pio’s Chicken salió del cascarón.
La pollería fue fundada a fines de 1999 por Jorge Rodríguez, un chiclayano de 46 años que luego de estudiar administración dejó su tierra para buscar nuevas oportunidades en la capital.
Incubando al futuro ‘chicken’
Jorge siempre estuvo vinculado al rubro gastronómico, pues también disfrutaba al cocinar. Empezó como lavaplatos en la cadena de pollos a la brasa Hilton, a mediados de los ochentas. Y luego de algunos años fue contratado como cocinero en varias de las principales pollerías de la ciudad.
Debido a su trato amable y su carácter extrovertido, con el paso del tiempo forjó amistad con ilustres clientes como Pocho Rospigliosi y Teófilo Cubillas, ahora su compadre, quien le recomendaba que ahorre pues tenía pasta para impulsar un negocio propio.
Siguió el consejo y, con una inversión inicial de S/. 20 mil, Pio’s Chicken vio la luz en el km 4 de la Carretera Central, a la entrada de Puruchuco.
Pero el inicio fue duro pues estuvo ubicado cerca a grandes cadenas de pollerías. El público iba a lo seguro y este pequeño ‘chicken’ era ignorado.
El pollito bailarín
Sin embargo, las creativas ideas marketeras de Jorge empezaron a surgir, y por ello compró un muñeco de dunlopillo. “Buscaba algo que llame la atención del público y me basé en la imagen de Piolín. Frente al local y con parlantes, lo pusimos a bailar rap y otros ritmos de moda. Funcionó”, recuerda.
Pero la estrategia de marketing no quedó allí. Para ese entonces ya conocía al productor musical Nílver Huarac, con quien concretó un sistema de canjes.
El naciente polluelo se luciría en los principales conciertos organizados por el rey Midas de la cumbia y a cambio la pollería cubriría la alimentación de las agrupaciones y de todo el equipo de producción.
La popularidad de Pio’s Chicken tuvo su ‘click’ cuando –también vía un sistema de canjes– ingresó a El Especial del Humor.
“Al principio el muñeco solo iba a estar parado como una publicidad estática, pero luego Carlos (Álvarez) decidió que participe. Si bien a veces duele un poco que lo apanen tanto, la gente lo quiere mucho y los clientes y hasta los turistas que pasan por acá se paran para tomarse fotos con él”, refiere.
No todo es puro golpe
Una vez llegada la fama, Jorge fue consciente de que esta debía ser correspondida con un producto de calidad. Y por ello refiere que la clave está en el aderezo del pollo.
“No lo hacemos tan insípido como en otras cadenas. Le damos un toque de condimento similar al usado en las polladas, y eso le gusta al público”. Y nosotros pudimos comprobarlo. Este Pio’s se disfruta hasta el último huesito.
En la foto: José Carlos Reyes
Fuente: La Republica.
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