El técnico de tránsito Marco Novoa ha recibido el sobrenombre de “incorruptible”. Dice que siente vergüenza por los colegas que ceden ante una coima o la insinúan
Le dicen ‘El incorruptible’ y en su expediente figuran más de un centenar de denuncias contra choferes que intentaron sobornarlo para evitar una papeleta. Dos de ellos fueron sentenciados a prisión efectiva.
El suboficial Marco Novoa lamenta que los conductores tengan la costumbre de entregar junto a su licencia de conducir y la tarjeta de propiedad un billete. “Eso no va conmigo”, aclara de arranque.
— ¿Qué opina de su apodo?
Me enorgullece, eso quiere decir que uno hace las cosas bien. No busco reconocimiento, solo hacer mi trabajo de manera trasparente y honesta. No entro en ningún tipo de coima con ningún conductor y hasta el momento en que me retire seguiré trabajando de la misma manera.
— ¿Cuántas veces al día está expuesto a intentos de soborno?
Es difícil precisar un número, pero la mayoría de las personas intervenidas intenta solucionar su falta entregando dinero junto con los documentos. Se han acostumbrado a acompañar junto con la licencia de conducir y la tarjeta de propiedad un billete de 10, 20 o 50 soles. Hay una idea errónea clavada en la mente de los choferes.
— ¿A cuántas personas ha denunciado por intento de soborno?
En total son 141 casos de personas intervenidas por el delito contra la administración pública, en su modalidad de cohecho activo genérico –corrupción de funcionarios–. La mayoría se denuncia en la fiscalía. El aspecto legal lo ve el Ministerio Público y ellos imponen la sentencia. Sé que algunos casos han terminado en la cárcel.
— ¿Cuál es la infracción más común que se comete en las calles?
En el perímetro de nuestra jurisdicción, el 80% de las infracciones son cometidas por vehículos de servicio público. Ellos infringen las normas mañana, tarde y noche. No respetan las señales, no ceden el paso al peatón, invaden las intersecciones, se pasan la luz roja, se estacionan en lugares indebidos y los cobradores sacan medio cuerpo fuera. En el caso de los vehículos particulares, las infracciones más comunes tienen que ver con no portar el cinturón de seguridad o utilizar el teléfono mientras manejan.
— ¿Cómo reaccionan comúnmente los choferes ante una intervención?
Ningún conductor, cuando es intervenido por cualquier falta, acepta su error. Intentan solucionar la infracción con dinero. Para ellos es casi una costumbre entregar dinero con los documentos e incluso algunos le faltan el respeto a la autoridad.
— ¿Cuál es la excusa más llamativa que le han dicho para justificar su infracción o evitar una sanción?
Hay muchas: “Estoy con la hora jefe”, “estamos trabajando, no nos perjudique”, “me olvidé el brevete”, “mi mamá está enferma”. Ahí no hay excusas que valgan. Se tiene que hacer lo que dice la norma. Quien está dentro de los parámetros de la ley no tiene ningún problema.
— ¿Los pasajeros de servicio público colaboran con la intervención?
No siempre. Muchas veces son testigos presenciales del acto ilícito que comete el conductor, pero cuando se les piden colaborar con su testimonio se niegan. Eso ayuda a dar mayor peso a la denuncia. Otros son los casos en los que los pasajeros se resisten a que el chofer sea intervenido y piden que se le deje ir.
— Por lo que se ve en las calles y en las noticias, Ud. parece formar parte de una minoría dentro de la policía ¿Qué opina de sus colegas que se entregan a la tentación del dinero?
Es vergonzoso. Uno siente vergüenza ajena por los colegas que ceden ante el soborno o lo insinúan. Es bastante doloroso porque la institución a la cual pertenezco es hermosa, es única. Lo que sucede es que por culpa de un mal elemento policial tildan a toda la policía de corrupta.
— ¿Por qué es tan difícil para un policía caminar derecho?
Es difícil responder esa pregunta y no se puede generalizar. La lucha contra la corrupción es personal y para ello se deben utilizar los valores recibidos en casa y en la institución. Somos seres falibles y estamos aún más expuestos a este tipo de situaciones. Pero esta es una imagen que queremos cambiar. El compromiso de la policía en cada una de sus divisiones es luchar contra la corrupción y esa debe ser también la consigna de cada uno de los elementos.
— ¿Qué siente cuando escucha comentarios que ponen en duda la honorabilidad de un policía?
Incomodidad. Es cierto que se han registrado irregularidades y delitos que propician esos comentarios, pero está en la misma institución y en los mismos policías limpiar esa imagen venida a menos. Así como hay malos elementos, hay policías comprometidos con su labor.
LA FICHA
Marco Novoa Celiz
Policía Tengo 44 años, nací en Cajamarca y soy hincha de la ‘U’. Soy técnico de la Policía Nacional del Perú y trabajo en la Unidad de Tránsito de Lima Sur II. Tengo cinco hijas y me hubiera encantado tener un varón. La tercera de mis hijas tiene 12 años y quiere seguir mis pasos. Eso me llena de orgullo. Postulé a la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Técnica de Cajamarca, a petición de mi padre, pero la vida policial pudo más. ¿Mi mayor virtud? La honestidad. ¿Mi peor defecto? Soy perfeccionista. Trato de hacer, si es posible, cien veces las cosas para que salgan de manera adecuada. Cumpliendo con el reglamento y siendo justo.
Fuente : El Comercio
Le dicen ‘El incorruptible’ y en su expediente figuran más de un centenar de denuncias contra choferes que intentaron sobornarlo para evitar una papeleta. Dos de ellos fueron sentenciados a prisión efectiva.
El suboficial Marco Novoa lamenta que los conductores tengan la costumbre de entregar junto a su licencia de conducir y la tarjeta de propiedad un billete. “Eso no va conmigo”, aclara de arranque.
— ¿Qué opina de su apodo?
Me enorgullece, eso quiere decir que uno hace las cosas bien. No busco reconocimiento, solo hacer mi trabajo de manera trasparente y honesta. No entro en ningún tipo de coima con ningún conductor y hasta el momento en que me retire seguiré trabajando de la misma manera.
— ¿Cuántas veces al día está expuesto a intentos de soborno?
Es difícil precisar un número, pero la mayoría de las personas intervenidas intenta solucionar su falta entregando dinero junto con los documentos. Se han acostumbrado a acompañar junto con la licencia de conducir y la tarjeta de propiedad un billete de 10, 20 o 50 soles. Hay una idea errónea clavada en la mente de los choferes.
— ¿A cuántas personas ha denunciado por intento de soborno?
En total son 141 casos de personas intervenidas por el delito contra la administración pública, en su modalidad de cohecho activo genérico –corrupción de funcionarios–. La mayoría se denuncia en la fiscalía. El aspecto legal lo ve el Ministerio Público y ellos imponen la sentencia. Sé que algunos casos han terminado en la cárcel.
— ¿Cuál es la infracción más común que se comete en las calles?
En el perímetro de nuestra jurisdicción, el 80% de las infracciones son cometidas por vehículos de servicio público. Ellos infringen las normas mañana, tarde y noche. No respetan las señales, no ceden el paso al peatón, invaden las intersecciones, se pasan la luz roja, se estacionan en lugares indebidos y los cobradores sacan medio cuerpo fuera. En el caso de los vehículos particulares, las infracciones más comunes tienen que ver con no portar el cinturón de seguridad o utilizar el teléfono mientras manejan.
— ¿Cómo reaccionan comúnmente los choferes ante una intervención?
Ningún conductor, cuando es intervenido por cualquier falta, acepta su error. Intentan solucionar la infracción con dinero. Para ellos es casi una costumbre entregar dinero con los documentos e incluso algunos le faltan el respeto a la autoridad.
— ¿Cuál es la excusa más llamativa que le han dicho para justificar su infracción o evitar una sanción?
Hay muchas: “Estoy con la hora jefe”, “estamos trabajando, no nos perjudique”, “me olvidé el brevete”, “mi mamá está enferma”. Ahí no hay excusas que valgan. Se tiene que hacer lo que dice la norma. Quien está dentro de los parámetros de la ley no tiene ningún problema.
— ¿Los pasajeros de servicio público colaboran con la intervención?
No siempre. Muchas veces son testigos presenciales del acto ilícito que comete el conductor, pero cuando se les piden colaborar con su testimonio se niegan. Eso ayuda a dar mayor peso a la denuncia. Otros son los casos en los que los pasajeros se resisten a que el chofer sea intervenido y piden que se le deje ir.
— Por lo que se ve en las calles y en las noticias, Ud. parece formar parte de una minoría dentro de la policía ¿Qué opina de sus colegas que se entregan a la tentación del dinero?
Es vergonzoso. Uno siente vergüenza ajena por los colegas que ceden ante el soborno o lo insinúan. Es bastante doloroso porque la institución a la cual pertenezco es hermosa, es única. Lo que sucede es que por culpa de un mal elemento policial tildan a toda la policía de corrupta.
— ¿Por qué es tan difícil para un policía caminar derecho?
Es difícil responder esa pregunta y no se puede generalizar. La lucha contra la corrupción es personal y para ello se deben utilizar los valores recibidos en casa y en la institución. Somos seres falibles y estamos aún más expuestos a este tipo de situaciones. Pero esta es una imagen que queremos cambiar. El compromiso de la policía en cada una de sus divisiones es luchar contra la corrupción y esa debe ser también la consigna de cada uno de los elementos.
— ¿Qué siente cuando escucha comentarios que ponen en duda la honorabilidad de un policía?
Incomodidad. Es cierto que se han registrado irregularidades y delitos que propician esos comentarios, pero está en la misma institución y en los mismos policías limpiar esa imagen venida a menos. Así como hay malos elementos, hay policías comprometidos con su labor.
LA FICHA
Marco Novoa Celiz
Policía Tengo 44 años, nací en Cajamarca y soy hincha de la ‘U’. Soy técnico de la Policía Nacional del Perú y trabajo en la Unidad de Tránsito de Lima Sur II. Tengo cinco hijas y me hubiera encantado tener un varón. La tercera de mis hijas tiene 12 años y quiere seguir mis pasos. Eso me llena de orgullo. Postulé a la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Técnica de Cajamarca, a petición de mi padre, pero la vida policial pudo más. ¿Mi mayor virtud? La honestidad. ¿Mi peor defecto? Soy perfeccionista. Trato de hacer, si es posible, cien veces las cosas para que salgan de manera adecuada. Cumpliendo con el reglamento y siendo justo.
Fuente : El Comercio
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